¡Jesús vive! ¡Hay esperanza!
La Semana Santa es el momento más importante del año. Todo lo que creemos, practicamos, hacemos, pensamos, todo el servicio, lo que damos y lo que somos tuvo su sentido en el sacrificio del Señor. En el peso de esa cruz, en los clavos, en los latigazos, en la corona de espinos iban nuestros pecados, sean éstos visibles, públicos, como íntimos y secretos.
"La paga del pecado es la muerte" y "si no hay derramamiento de sangre, no hay perdón" leemos en las Escrituras, concretamente en Romanos 6.23 y Hebreos 9.22 respectivamente. Cada pecado es separación, muerte y condenación eterna. Todo pecado ata, genera consecuencias personales, físicas, sociales, relacionales, materiales y espirituales. El pecado es la causa y la naturaleza del sufrimiento del género humano.
Jesús vive porque cargó con el pecado y porque venció la muerte. Jesús vive porque lo dice la Palabra. Jesús vive porque son numerosos los testigos que lo vieron y lo dejaron escrito en tiempos en que casi nadie sabía leer y menos aún, escribir. El Cristianismo es por lejos el movimiento más popular y significativo de la historia, empezando desde lo más bajo y vil de la sociedad para avergonzar a los poderosos, ricos y sabios de todos los tiempos. Jesús vive porque tiene todo poder y autoridad sobre Satanás, sobre el pecado, sobre todo tipo de atadura, sobre el mismo infierno. Jesús vive porque es mayor a todos nuestros miedos y dudas.
Ningún problema es más grande que Jesús resucitado. Ninguna duda puede permanecer ante su Verdad puesto que Él es la verdad. Ningún miedo puede ser más grande que nuestro Omnipotente Dios, protector y defensor nuestro.
Jesús vive y Él es nuestra vida porque le da sentido a nuestro ser y la promesa de vivir para siempre con Él. Y mientras esperamos su llegada majestuosa, tenemos la esperanza que está con nostros "todos los días hasta el fin del mundo" (Mateo 28.20). La Resurrección es sinónimo de gozo, fortaleza y esperanza para seguir adelante, avanzando de victoria en victoria
Tienes un Dios vivo y resucitado, hermano. Él está a tu lado a través de su Santo Espíritu para fortalecerte y ayudarte justo ahí donde no puedes, y justo con eso que no puedes manejar. Tienes un Dios vivo, Iglesia. Tu Esposo te dio el poder y la autoridad para que las Puertas del Hades no prevalezcan en tu contra. Tienes un Dios vivo que te hizo su hijo para ayudarte en tu vida cotidiana para ser sal y luz en tu trabajo, con tus jefes, en tu familia, con tu cónyuge y con tu vecino. Tienes un Dios vivo que te pide que seas la luz del mundo donde sea que te muevas y a donde vayas
¡Jesús ha resucitado! ¡Aleluya!